miércoles, 27 de mayo de 2009

LA NETA RADIO, una aventura la de hacer un programa de radio por internet




Y bueno, hace ya un buen tiempo que empece a hacer radio en internet. Un buen día mis amigos Susanne (chilena) y Jesús (mexicano) me invitaron a esta aventura extraña y adictiva.

Jesús me dijo: Bajate este programa y añade este otro, luego me avisas. Y sin más me lanzó al aire a transmitir, con unas cuantas canciones programadas minutos antes, y los nervios a flor de piel, fue lo máximo.

Así incluímos a Pepe (peruano) y nos convertimos en locutores, disjokeys y conductores de nuestros programas. Aprendí muchísimo de ellos, creo que mis amigos no tienen idea de cuanto.

Ahora estoy en La Neta del Planeta, con un grupo simpatico de gente que quiere por sobre todas las cosas divertirse y acompañarte en un buen rato de relax.

Hablaremos sobre la tierra, nuestro planeta (esa roca pequeña que gira al rededor de la pequena estrella llamada Sol, en una de tantas galaxias llamada Via Láctea), de todos los que vivimos en ella, porque si no conocemos ¿cómo vamos a amar?
El amor se basa en el respeto y la admiración, es por eso que creo que podemos tú y yo, hacer de este programa un lugar para aprender juntos a vivir en armonía con nosotros mismos, nuestros hermanos menores, y nuestra Tierra. Los sonidos del mundo nos acompañaran a lo largo del programa.

Acompañame los Lunes y Martes de 4.00 p.m a 5.00 p.m.

las direcciones son:

http://netaradio.host22.com/index.php?option=com_frontpage&Itemid=1

http://netaradio.listen2myradio.com/

Te espero.

martes, 5 de mayo de 2009

Recuerdo de mi primera votaciòn y de un cucharon volador.



Al pasar por un antiguo barrio (Santa Catalina en el distrito de La Victoria, ciudad de Lima) me di cuenta lo poco que había cambiado, vivíamos allí cuando tenía 6 años y la única diferencia era una reja en la entrada de la quinta. Buscando mi DNI en la cartera antes de bajarme de la camioneta para cruzar el puente en la av. Javier Prado en dirección a la clínica Ricardo Palma, observe la fotografía, esa sí que había cambiado, el largo del cabello no, ese estaba igual.

Cuando saque la libreta electoral de tres cuerpos (ahora no creo que quede en Lima ni una de aquellas ni por casualidad) no tenía ni la llave de la casa, mi padre no daba autorización, y bueno hasta ese momento no la necesitaba realmente pero con la universidad y sus horarios tendría que tener una o me quedaría esperándolos como ya había ocurrido una vez, a regañadientes me hicieron una copia justo una semana antes de irme a recoger la bendita libreta. Para sacarla fue un disgusto, mi madre tenía la dirección de su antigua casa de la av. Salaverry en el distrito de Jesús María (gente de clase media, mi abuela aun vivía en el tercer piso del edificio de la cuadra ocho) le rogo a mi padre para que también usara esa dirección pero él se opuso, si vivimos en el centro de Lima no había motivo para sacar la libreta con otra dirección, el único motivo era que no sabía dónde me tocaría votar. El centro de Lima tiene lugares muy tranquilos pero también tiene lugares tan complicados que ni la policía se atreve a ingresar, y ese era mi gran temor. Fui con mi padre hasta el lugar de la inscripción, como policía tenía acceso a cualquier lugar y abusaba de esto, así que no hicimos cola, las huellas digitales me las tomo el mismo, poco falto para que llenara mis datos de propia mano, porque hasta las preguntas que me hacían las contestaba él, así era mi padre.

Llego el día de buscar el lugar de votación y al ver la dirección donde me había tocado votar trague saliva. Me tocaba votar cerca del Agustino,lugar de delincuentes más avezados de Lima. Llegue enojadísima a casa y en cuanto pude les dije a mis padres que era la primera y última vez que votaría en ese lugar desgraciadamente no podía ir a cambiar mi dirección ya, tendría que esperar que pasaran las elecciones pero de que cambiaria de dirección pues ya está decidido. Mi padre pregunto que donde estaba el problema, les deje la dirección sobre la mesa, disculpándome me retire al escritorio buscando la guía de calles de Lima, tenía que ver como haría para llegar allí.

No había línea de ómnibus que me dejara cerca del lugar de votación, tendría que caminar varias calles para llegar al colegio.

El domingo de votación llego, espere que mi madre se fuera a votar y mi padre saliera a su trabajo, y puse a funcionar la operación camuflaje. Me amarre el cabello en cola de caballo que raramente uso, los jeans mas desteñidos y rotos que tenia, uno con un hueco en uno de los bolsillos, que usaba para limpiar (eso no estaba de moda ¿eh?)y el polo (camiseta) chino que mi mamá usaba para limpiar el comedor (bien lavadito eso sí) ese que jamás se puso y no sé quien se lo regalo, zapatillas blancas de esas de lona las que tenía guardadas de la época del colegio mas gastadas que llanta de microbús sin cocos (¿vieron alguna vez esas llantas totalmente gastadas sin líneas siquiera que si le acercas una aguja seguro se revientan? Igualitas mis zapatillas o tenis). Vestida como una “botada” (así llamaban mis padres a la gente muy pobre) pase frente al espejo del tocador y me quede tiesa…soy demasiado desteñida para pasar desapercibida allí, hay que hacer algo con ese color. Corrí al cuarto de mi madre y buscando entre sus cosméticos encontré una base para rostro bastante oscura, tome el gorrito de mi hermano me lo encasquete como pude para tapar el cabello rubio oscuro, la verdad que estaba diferente.

Luego de caminar como diez calles llegue al colegio, encontré mi mesa de votación y sin ningún problema me dirigí a emitir mi voto. El secretario de la mesa me miro de arriba abajo, le dije mi nombre completo y mi dirección mientras le extendía mi libreta, tome el lapicero y el voto y corrí a la ruma de carpetas que fungía de cubículo para votar. Cuando depositaba mi voto en el ánfora note que los miembros de mesa cuchicheaban entre ellos, les dedique la mejor sonrisa mientras colocaba mi huella digital y metía el índice en la tinta indeleble.

-Gracias que tengan buen día- les dije mientras me retiraba lo más rápido que podía de allí.

Se me hizo eterno el camino a casa, las calles polvorientas, la gente que empezaba a salir de sus casas a votar. Era un bonito día de domingo, muy soleado aunque seguro en la tarde refrescaría pero me sentí tranquila ya de estar en mi barrio, al menos no me había demorado tanto, las colas eran pequeñas en comparación a otras que había visto en otros centros de votación.

Al bajar del paradero del bus tenía que caminar algunas calles para llegar a casa, me encontré con dos vecinas y las salude como acostumbro, las señoras estas me miraron como a bicho raro, -¿qué les pasa a estas doñas?- pensé. Faltando una calle para llegar me encontré con el Sr. Aguirre que había regresado de viaje recientemente y a quien no había visto lo salude pregúntandole como había estado el viaje, el Sr. Aguirre me miro muy sorprendido y solo dijo: bien gracias señoritaaa.Uy ¿estará amnésico? No se acuerda mi nombre.

Llegue a casa por fin, abrí la puerta con mi recién estrenada llave, entre saludando con un “hola por fin llegue” a mi mamá que estaba cocinando y lo que recibí fue un grito agudo y un cucharon volando en dirección a mi cabeza, mi mamá no me había reconocido, pensando que era un ladrón me había tirado lo que tenía en la mano, felizmente me agache al mismo tiempo que me sacaba la gorra.

-Mamá soy yo mírame- le dije matándome de risa mientras la pobre abría tamaños ojos y boca del asombro.

-Hija pareces una botada ¿de dónde vienes así vestida?- me preguntó sentándose en la silla.

-De votar mami, de votar-.

lunes, 4 de mayo de 2009

Te espero a la salida o pa marimachos...jeje..yo



De repente me vino el recuerdo del patio pequeño del colegio antiguo, ese que daba a la dirección, al auditorio, y a una de las puertas de salida, la que usábamos cuando venían a recogernos, cuando nos habían castigado y esperábamos a nuestros padres, cuando había pasado la hora de salida regular.

En ese tiempo no había la hermana portera, así que cualquiera podía desempeñar ese cargo. Una de las alumnas de quinto de secundaria Paty, estaba de turno, ella debía esperar a su movilidad particular cuando se fuera alguna otra tomaría tu lugar, y yo tenía que esperar la mía así que andaba dando vueltas muerta de aburrimiento cuando la veo cerrar de golpe la ventanita de la puerta, había estado mirando por ella y así sin más la cerraba de golpe, como quien no quiere la cosa me acerqué despacio y pregunte ¿qué pasó? La cara de Paty era de susto, las chicas murmuraban a su alrededor, una de ellas dijo: no abras mejor que se canse y se vaya.

-¿Quién se canse, qué pasa? -Pregunte en voz normal y por poco me tapan la boca entre todas.

-¡Sht! Cállate que te va a oír-.

-¿Quién me va a oír?-, dije lo más bajito que pude.

Paty me respondió con los ojos muy abiertos y la voz muy bajita: -el marimacho que está afuera, me da miedo-.

Paty era solo un poco más baja que yo, bastante corpulenta para tirar de un solo empujón a dos chicas juntas si se lo proponía, tenía carácter, la había visto muchas veces poniendo orden en los recreos de primaria como una sargenta, además era alumna del quinto año de secundaria, era una de nuestras “idolas” y con esos lentes de madre superiora parecía mucho mayor.

-A ver, allà afuera hay una marimacho ¿cierto?- dije, todas asintieron con la cabeza con expresión miedosa.

-¡Portera! ¿Ya encontraste a Milagros Cuya? no voy a estar esperando todo el día pe-.La marimacho hablo.

-La está buscando, ahora que hacemos, no la voy a llamar me da miedo-, dice una de las chicas.

-Yo no voy a abrirle a esa marimacho, me da mucho miedo-, dice Paty.

Milagros era una alumna del tercero de secundaria comercial, la conocíamos bien, muy movida, buena jugadora de vóley, alegre y divertida, le encantaba contar chistes en el recreo, pero como todas las chicas del secundario comercial no nos podían ver ni pintadas a las del secundario común.

No sé quien trajo a Milagros a la puerta, le contaron lo que estaba pasando y su expresión fue cambiando; poco a poco esa carita distendida se contrajo, sus ojos se ensombrecieron, con un hilito de voz nos contó que la tal Jose (de Josefina) estaba molestándola desde hace unas semanas y como ella no quería andar con su grupo, le había pedido a su mamà que la recogiera del colegio o a su hermano pero por lo visto se estaban demorando. Tampoco quería dar la cara a la tal Jose, entonces sugerí llamar a la auxiliar y acabar el problema, Milagros me tomó de la mano y rogo que no lo hiciera, que se armaría un lio, la auxiliar le había dicho que no quería verla con ese grupo, que si hacía otra de las suyas llamaría a su padre.

-Vivimos a unas calles, la gente se conoce, la Sra. Cortez no quiere entender que yo no me junto con ese grupo, ella piensa lo peor de mí, mis padres están separados, imagínate si lo hace llamar, mi madre tendría más problemas por favor no la llames-.

-Pero algo tenemos que hacer, el “coso” ese de allí afuera tiene que irse porque alguien puede verla-

-Verlas, está con toda su mancha (grupo, banda) allá afuera-

-Pues algo hay que hacer- dije y sin más tomé un banquito pequeñito lo coloqué en la puerta, me hice una cola de caballo baja, me dejé el flequillo por los ojos, me abotoné el primer botón de la blusa, me saqué los aretes, me puse un lápiz entre los dientes, y me puse los anteojos de Paty . Antes de abrir la ventanita de la puerta de salida me trepé en el diminuto banquito como pude tratando de hacer equilibrio y no caerme con un solo pie, no cabían ambos.

Abrí la ventanita con las chicas todas pegadas a un costado para no perderse ni un detalle.

-Oe por qué haces tanto ruido, que pasa- le pregunté a la tal Jose que no se había movido de la puerta con un tono de voz lo más bajo y grave que pude y el lápiz entre mis dientes.

-Estoy buscando a Milagros, llámala pe-me contesto la marimacho, vestida de hombre con una camisa que parecía un mantel a cuadros y un pantalón que seguro se lo habría agarrado al hermano. Su grupito se mataba de la risa en la vereda, los miré con una ceja levantada y volviendo la vista a Jose le dije:

-Oe choche, no está la Mila, la ta viniendo a buscar la mamà yo creo que mejor te vas ¿no?- mirándola desde mi altura me supongo que habría pensado: esta es más grande que yo, a lo mejor también es más “macho” que yo y me llevo una gran golpiza así que mejor me voy.

-¿Tú siempre tas acá, en la puerta digo?- pregunto la Jose ya con un tono más amistoso.

-Sí, soy la nueva portera- le dije masticando mi lápiz y tomándolo entre los dedos (que felizmente la madre Anita había dejado con las uñas màs mochas que nunca esa mañana a la hora de pasar inspección con su cortaúñas, nunca como ese día agradecí tener las uñas mochas) ¿se te ofrece algo más?

-No ya me voy, gracias- dijo la Jose y se fue con toda su mancha.

Cerré la ventanita, sintiendo mis dedos del pie al borde de un calambre.

-¡ya se fue ya se fue! Ojala que no regrese más-

La Sra. Cortez me preguntó que estaba haciendo subida en ese banquito.

-Estoy tratando de matar una araña Sra. Cortez, ¡uy! Creo que la araña se murio, voy a ponerlo en su lugar Sra. Cortez, gracias por tus lentes Paty ahora si la vi- dije con la voz más empalagosa y aflautada que me salió.

La Sra. Cortez me miró por encima de sus lentes con ese gesto frunciendo los labios que hacía cuando algo no le agradaba, pero no había nada que reprochar,- además la flacuchenta esta que va a ser de san Gabriel arcángel está matando arañas para que sus compañeras no se asusten que se vaya a jugar-.

Estoy segura que algo así pensó la auxiliar, y nos dejó en paz.

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