Mi hijo llega del trabajo enfurruñado, murmurando. Tira la mochila en el sofá. Por saludo me suelta: Hola mamá, no sabes, tengo que irme a Lunahuaná a filmar parte de un corto para un curso que se “suponía” (condicional subrayado y con mayúsculas con los dedos haciendo el gesto de comillas) que no había obligatoriedad de hacer, y es básico para mi promedio, y fíjate que el lunes salgo de vacaciones en el trabajo eso me va a joder todo caracho no es dable me van a malograr mi descanso.
Su padre (también acaba de entrar por la puerta de la cocina que quedó abierta por mi tornado, digo hijo) ¡hola!, Lunahuaná, ¿dónde queda eso?
Yo: Cañete, sur de Lima
El: ¿A cuantas horas está eso? Está pasando Chincha o antes de Chincha.
Yo: Cañete, después de Mala, antes de Chincha.
Mi hijo: yo quiero descansar estoy muerto, me puse en el grupo que filmará lo de la plaza de Armas no quiero quedarme allí en el hotel ni una hora más del sábado, no es posible esta “señora” no se da cuenta que habemos algunos que además de estudiar trabajamos y encima no era obligatorio hacer el corto, ahora si lo es, no es justo (caminando como león de circo en jaula enana de acá para allá).
El: pero, ¿a cuántas horas está Lunahuaná, como se llega allí, ya tienen hotel, cuando contrataron la movilidad, quiénes van a ir, cuantos son, que se come en Lunahuaná, que hay para ver allí? (bombardero paterno).
Yo: Cuantas horas: ni idea pero por lo que recuerdo está cerca de san Vicente de Cañete como quien va a la sierra. Que se come: si es el valle de Cañete mucha fruta y muchos camarones, hijo tráeme camarones no te olvides. Que se hace allí: deportes de aventura como canotaje, escalar, y quien sabe que más porque no conozco, estoy deduciendo.
Todos caminamos dando vueltas hablando a la vez mientras el perro trata de saludarlos tratando que no lo pisen. A mi perro se le declaró papitis intempestiva incurable progresiva, no puede ver a su papá que se le pega, si su papá se va empiezan los lloriqueos y las rabietas.
Me siento sobre el brazo del sillón y los miro caminar de acá para allá mientras lanzan frases las cuales ninguno responde. Mi hijo me mira con expresión de se mi cómplice apóyame, entonces les digo rápidamente: ¡Ya se!, ¿Tu no querías ir a Chincha?, ¿Tu tienes que ir a Lunahuaná?, ¿ambos no están de vacaciones en sus respectivos trabajos?, pues bien, hijo tu te vas con tu grupo y nosotros te recogemos en sábado por la tarde dinos la hora.
Yo: Llama en seguida a tu padre para que no haga planes este sábado y nos vamos con Elena (mujer de mi suegro), cosa que vamos a Chincha, y de regreso recogemos al chico. Voy a ver el mapa y te digo como llegaremos.
“Lunahuaná esta ubicado a
Para llegar a Lunahuaná desde Lima, debemos partir de la carretera Panamericana Sur y a casi una hora y media, se llega hasta Cañete. De aquí se toma el desvío a la izquierda en el Km. 144 de
Lunahuaná cuenta con una carretera asfaltada y muy bien señalizada, lo cual nos permite un ingreso fácil y seguro al valle.”
Esto dice Internet ya veremos cuando lleguemos allí, me suponía mirando el mapa que tomaría casi el mismo tiempo en llegar a Lunahuaná que nos toma siempre llegar hasta Chincha pero me guardé el comentario.
El sábado temprano mi hijo salió rumbo a su universidad para embarcarse con su grupo y nosotros salimos un poco mas tarde rumbo a Chincha en Ica. La salida de Lima es lenta por la carga vehicular, las pistas son regulares (la verdad con lo que nos cobran de peajes deberían estar mejor) es una pista de doble vía donde se permite una velocidad máxima de
Ninguno de nosotros había estado allí pero no hubo problemas en encontrar la señalización. Las calles son mas modernas que en Chincha, mejor conservadas también (o será que las refaccionaron luego del terremoto). La ciudad de costa cambiaba poco a poco empinándose la vía hacia arriba, limpiándose el aire de esa especie de neblina que tenemos en algunas ciudades costeras volviéndose transparente, y la luz apareció de golpe, brillante, como si te alumbrara con un faro, cambió de pronto sin avisarnos (felizmente que traía puestos mis anteojos de sol). El calorcito rico y la luz tremendamente brillante nos dijeron que estábamos saliendo de la costa y acercándonos a la sierra, digamos que su equivalente sería Santa Eulalia en la carretera central saliendo de Lima. Siguiendo el viaje nos encontramos con unos bloques enormes de piedra desnuda, pelada, sin brizna de verde, de una altura tal que nos dolía el cuello mirar a la cumbre. Dos cadenas de cerros se abrían paso, una frente a la otra, y el río Cañete entre ellos, en un vallecito estrecho, con una carretera a cada lado de las hileras de cerro que bordeaban el valle, y pegaditas a la pista una hilera de casitas de un piso, en su mayoría con mucho níspero, manzanas, y cuanto árbol te imagines. Cabras, muchas cabras y burros por todos lados, mucho mosquito, de esos menuditos, como nubes, su puente que data del tiempo de los Incas, el complejo arqueológico de Incahuasi (que no pudimos visitar por la hora, era ya muy tarde), los hoteles y hostales muy modernos y bien montados a la orilla del río, la oferta de canotaje por todos lados, de cuatrimotos, de deportes de aventura, en fin mucha actividad, mucha gente y por lo visto mucho turismo. Los rayos del sol se tornan rojizos, mientras caminamos por la plaza de armas y vemos los preparativos para la una fiesta que se organizaría allí, mi hijo con la cámara filmando todo, nosotros por nuestro lado comprando nísperos (la mano que tengo a la espalda en la foto sostiene una bolsa bastante grande de nísperos que le acabo de comprar a la vendedora que se aleja con su canasta) la municipalidad está intacta (seguro las refacciones fueron hechas a tiempo) no así la iglesia. Realmente un sitio a donde poder ir cerca de la capital, disfrutar de un buen pisco, de rica fruta y por sobre todo, comprar mis camarones parar mi chupe. A ver si otro día volvemos para cuatrimotear porque a las balsas de canotaje no me suben ni pagandome.
2 comentarios:
Muy interesante Miyita, se ve un lugar atractivo.. lo que no se ven son los nísperos.. saludos y muchos viajes de esos
Un lugar pequeño, facilmente lo recorres en dos horas, gente amable, comida rica, pisco, fruta (los nísperos estaban a mi espalda jajajaja no queda ni unito ya). Te gustaría mucho un chupe de camarones recién sacados del río, y creo que caminar por sus tranquilas callecitas, hasta creo que tu si te subes a esas balsas para hacer canotaje, te tomaría fotos desde el puente siiiiii.
Publicar un comentario