miércoles, 30 de junio de 2010

Feliz cumpleaños compañerito.

Este es Samuel y hoy es su cumpleaños número 14. Es mi compañero, mi hijito perruno, es quien primero que nadie corre a saludarme, y es a quien yo adoro. Feliz cumple mi querido hijito perruno.

miércoles, 2 de junio de 2010

ACEPTANDO ELOGIOS (tratando de ser asertiva, espantando demonios internos)



(Detalle de la base de la torta de la exposición en el Musero de La Nación)



Hace un tiempo vengo dándole largas al asunto de postear un tema que me cuesta trabajo sacar a luz. Se trata de la aceptación del elogio.
No puedo aceptar un elogio desde cuando… ¡desde niña! 
Algunas veces no creemos que quien está frente a nosotros necesita un elogio, que gran error. Cuando niños creo que no nos damos cuenta que necesitamos el elogio pero ya de grandes si, y se supone que sabemos que nos lo merecemos, pues esto me di cuenta cuando durante una exposición de tortas hechas integramente en masa de flores de azúcar en el Museo de La Nación en Lima la representante de una de las mejores chocolaterías elogió mis rosas, solo atiné a sonreír y decir “gracias” ¡pero no me lo creí! Sentí que no merecía ese elogio. Durante el mismo evento el fotógrafo oficial dijo a mis compañeras de exposición que la torta del huevo fabergé era su favorita para ser fotografiada, era la mía, les pregunté hasta dos veces que había dicho, como, cuando, quienes estaban, porque sinceramente no lo podía creer, según yo habían muchas muchísimo mejores en el sentido fotográfico esto es eran más “fotogénicas”, y también en cuanto a las técnicas utilizadas.

No me lo creo. ¿Por qué no me lo creo? 
Elogiar tus progresos aunque sean pequeños ayuda mucho más que criticar tus errores. Si tú fueras una planta los elogios serían los nutrientes que te ayudarían a creces más rápido y mejor.
Antes la gente creía que se crecía mejor a golpes, palos, cachetadas, eso de la letra con sangre entra era creo uno de los refranes más populares, y usados, no se daban cuenta que uno usa mucha más energía (malgastándola en “sobarse” incluso emocionalmente) cuando se lo critica que cuando se le elogia.
El elogio es un arma para motivar tu crecimiento y desarrollo, un elogio es una muestra de cariño.
Yo me amo, me conozco, se que hice bien algo y no me estoy engañando, entonces, merezco ese elogio, así que lo recibiré de buena gana y lo agradeceré encantada.

Por otro lado, podemos distinguir entre un elogio y una adulación. Los chupamedia (aduladores) como dice George Chapman se parecen a los amigos como los lobos a los perros, los aduladores exageran nuestra evaluación, y la intención del locutor es lo que hace la diferencia entre ambas. No todos son aduladores, nuestra experiencia como adultos nos indicará quien es quien, no tenemos que estar siempre a la defensiva pensando que son aduladores todos los que nos elogian.

Cuando haces algo bien mereces ser reconocido. Al darme cuenta que algo no estaba bien conmigo empecé a bucear en mi interior, boté a la basura varias frases cliché que pregonaban la ultra modestia, el auto opacamiento,  la autocensura.
Ahora cuando me acarician con un elogio devuelvo la caricia en sentido contrario y con la misma intensidad.








martes, 1 de junio de 2010

CARTA ...



(Las mariposas son tan bellas, al igual que tu interior, delicadas, frágiles, pero pueden ser intensas y vibrantes, como tú)


Querida Miyita:


Ahora que puedo y tengo tiempo te escribo. Hace mucho que no nos vemos, pero estamos siempre presentes una en la vida de la otra, y como no estarlo cuando hemos pasado una buena parte de ella juntas.

¿Recuerdas? Cuando nos conocimos a los 11 años en ese patio del colegio, yo era la “nueva”, miré a mi alrededor y vi a tantas chicas mirándome con curiosidad y distancia. Al mirarte de frente y verte sonreír con un gesto de cabeza como diciéndome “hola” me sentí aliviada, por lo menos alguien amable me dije. Y desde ese día fuimos inseparables, las tres mosqueteras nos decía la madre superiora (a veces fruncida otras escondiendo la carcajada, sé que éramos sus preferidas luego te contaré) tú, Mela y yo, claro y Vicky que era nuestra D’artagnan. 

Esos años duros para ambas, cuando tu mamáma me adoptó también como a una nieta, no sabes cuánto agradecí su cariño, luego andando el tiempo me di cuenta que su amor nos salvó, a ambas, sin ese cariño incondicional no sé donde hubiéramos ido a parar.  No fue fácil sabernos rechazadas, por distintos motivos, sentirnos relegadas y hasta detestadas. Miyita no se nos hizo fácil la vida en esa edad, y los 13 es la peor edad. Recuerdo bien ese lunes en plena formación cuando te vi tan desencajada, ojerosa, tenías una mirada distinta, desde ese día ya no fuiste la misma Miyita, y luego me ocurrió a mí ese mismo año al final, justo el última día de clases, me miraste en silencio y me pasaste un brazo por los hombros, tú sabías, me dijiste: las cosas no son fáciles para nosotras pero somos más fuertes de lo cualquiera pueda pensar, porque hemos sobrevivido al infierno.

Y era cierto, la soledad, la indiferencia, el desapego, la humillación, los golpes, el maltrato. Como es posible que quien debe protegerte te zahiera de esa forma, ignore tus sentimientos y los pisotee, te desampare y se regodee en ello, inimaginable. El amor de tu mamáma nos salvó de la locura, y hasta de la muerte misma.

Pero también recuerdo esa conversación años más tarde, rumiando nuestras penas, cuando llegamos a la conclusión que ellos -pobres seres ignorantes de haber causado tanto destrozo- no tenían la culpa completa de eso. Sus vidas no fueron buenas tampoco, sometidos al maltrato solo sabían maltratar, sin amor no habían aprendido a querer, además como dijiste: no les podemos pedir lo que no saben dar, pero nosotras si sabemos, somos más afortunadas, no solo sabemos dar sino que nos damos cuenta que al otro, al que está frente a ti le falta. Nosotras sabemos amar.

Porque amar no es simplemente un sentimiento que se expresa con palabras o gestos, es un trabajo arduo y sacrificado, es un compromiso, es una responsabilidad, es un acuerdo tácito en el que se entrega uno por completo al amado. Y como entendimos un día, el primer ser al que amaremos por derecho, por deseo, por obligación  es a nosotras mismas. 

Eso nos enseñó tu mamáma. Entendimos que éramos especiales y únicas, solo por ser humanas, que teníamos potencialidades que teníamos que desarrollar, virtudes y defectos, que éramos una maravilla en el mundo y así debíamos considerarnos siempre, porque éramos humanas y por ello solamente con todos los derechos. Si alguien (fuera quien fuera) no lo entendía era su problema no el nuestro, y no teníamos porque estar de acuerdo con sus opiniones acerca de nosotras mismas, porque nuestra obligación primera era conocernos.

Hurgamos dentro de nosotros, cada una por separado nos enfrentamos a nosotras mismas, encontramos cosas hermosas y también cosas aterradoras, pero fuimos valientes. En un momento dado me pregunté porque éramos tan valientes y terminé respondiendo que era porque habíamos sufrido tanto que ya nada podía asustarnos, ¿a qué podíamos temer? 

Estábamos solas, eramos nuestra única compañía, y moriremos solas, eso dijo tu abuela paterna, no puedo olvidar su rostro cuando lo dijo, una mirada dura, una voz más dura aún, una mujer muy dura. La historia de ellos la medio conocemos, sabemos que pasaron penurias de todo tipo, pero no les faltó amor, lo que no entiendo es la poca capacidad de darlo, la chiquita capacidad de leernos, no sabían mirar dentro nuestro no entendieron nuestra necesidad de sentirnos queridas…como alguien puede ¿no darse cuenta? Es que no pueden decías, y decías bien. Una palabra dicha suavemente, casi susurrante podía moverte del ricón más alejado de tu casa y en segundos estabas al lado de tú mamáma, te decía “oído de tísica”. 

Me fui del país, de mi familia, de mi mundo a crearme otro, te decía que el país me quedaba chico, que me acompañaras, pero no quisiste, en ese momento no entendí Miyita, tú tenías ya a tu hijo, ese gordito de 8 meses apenas, 8 años después volví a visitarlos, te invité de nuevo a irnos pero me dijiste que aún no había terminado tu compromiso asumido.  Hoy volví, y tú me invitas a quedarme, las circunstancias son distintas, ahora yo tengo un compromiso de amor como el tuyo se llama Eliana. Nuestros compromisos de amor son felices, tanto como hubiéramos querido ser nosotras, no somos madres perfectas  ¡qué va! Eso no existe, somos madres amorosas.

Hemos vivido mucho Miyita, hemos pasado mucho, juntas y separadas, hemos vivido amiga, y hemos sobrevivido.

Hoy no está tu mamáma, nuestra mamáma para agradecerle, fui al cementerio y le dejé flores, es tan apacible allí, rodeada de árboles, arbustos bellos y pájaros. Tuvimos mucha suerte al tenerla cerca, aprendimos el amor de ella, y fuimos buenas alumnas Miyita.


 Siempre tu Amiga
Sarita


LinkWithin

Related Posts with Thumbnails