lunes, 14 de julio de 2008

Tengo una chimenea de porta macetas...




Tengo una chimenea de porta macetas.
Hiedras, helechos, una planta de hojas peludas y flores lilas de la cual no se el nombre, orejitas de elefante, el árbol de la felicidad, moneditas. De riego abundante, cactus y suculentas.
La reformé hace muchos años, cuando mi perro dejó de roerla como si fuera pericote. De una rustica chimenea de ladrillos con base y repisa marrón a una imitación piedra de tonos crema con base y repisa tonos bronce, florecitas doradas presagiaban su destino de porta macetas. Me tardé una semana, o fueron mas no recuerdo, la cartapesta hecha con papel de diario trozado a mano para que las junturas no se notaran luego al cubrirlas con pasta para muros, lijar, limpiarla, texturarla con yeso pasta de muro y látex de pared, del único color que nos sobró para ya no recuerdo que, luego pintar la base de base oscura, luego dorado, capa sobre capa luego de secar, luego el toque final hasta que pareciera bronce. La usamos en la sala hasta que pasó de moda, luego a la salita pequeña. El día que mi marido quiso botarla a la basura la coloqué en el patiecito de entrada, pegada a la pared con mis macetas encima, y en el hogar la hermosa hiedra.
Está allí, visitada por saltapalitos, cucaracheros, cuculíes, gorriones de los simples y los con penacho.
Hace unos meses escuche un piar diferente, asomada por la ventanita de la cocina vi a un par de pájaros botón de oro, nerviosos, saltando entre las macetas buscando el alpiste que pongo para los saltapalitos. Hermosos ejemplares dorados, vivaces, volaron rápidamente cuando se terminaron la comida.
Tengo una chimenea de comedor pajaril y porta macetas, estacionamiento pasajero de trinos, el lugar favorito de mi casa.

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