jueves, 15 de octubre de 2009

Aborto eugenésico y por violación 1: Fluctuaciones del concepto de violación




En mi país se está debatiendo el tema del aborto eugenésico y también el aborto por violación. Encontré que algunas personas siguen creyendo que hay relación entre sexo y violación, también encuentro la cerrada oposición de la iglesia católica, encontré absurdas respuestas de congresista mujeres que sostienen que se impondrá el aborto a toda mujer que resulte embarazada luego de una violación. Bueno pues no quiero referirme a estas cosas ahora, lo que deseo es traer lo que opina Dhayana Silva Luz Sumoza de la Asociación Venezolana de Psicología Judicial, Dirección: Departamento de Psicología Clínica, Escuela de Psicología Universidad Central de Venezuela, Caracas, distrito capital.

Fluctuaciones del concepto de violación

Comúnmente la violación es entendida como un delito contra la libertad sexual, cuya acción consiste en el acceso carnal llevado a cabo en circunstancias tipificadas por la ley; por ejemplo, cuando se usare la fuerza o intimidación, cuando la persona violada se hallare privada de sentido, cuando se abusare de su enajenación o bien al tratarse de un menor.

Pero si se analiza esta definición, se puede notar que el énfasis se hace sobre la parte sexual, que aunque es un elemento importante en la conducta de violación, considerarlo es más importante no dejaría cabida para analizar otros elementos que enriquecerían el estudio de dicha conducta.

Debido a esto Burgess y Holmstrom (1974) realizaron un trabajo pionero acerca de la víctima de violación desde el punto de vista psicológico. En su estudio definieron la violación como el conocimiento carnal realizado por la fuerza física y contra su deseo. El aporte esencial de esta definición consistió en refutar la idea tradicional de la violación como un acto primordialmente sexual, desplazando en acento del terreno sexual al de la violencia y la voluntad de dominación.

En Venezuela, Huggins (1989) retomó el planteamiento que define la violación como un acto agresivo en donde el sexo es usado como arma. El violador utiliza su sexo y el de la víctima para herir y humillar. La forma aparente es sexual, pero la intención que subyace al acto es la de dominar y avasallar al otro.

Este planteamiento nos lleva a aclarar otro punto importante que esta involucrado en la conducta de violación, que es el hecho de considerar al violador como un enfermo mental.

Muchos estudios sobre violadores han sido cuestionados debido al sesgo muestral (generalmente se trata de sujetos encarcelados), así como por los supuestos en los que se apoyan ( la violación como un acto realizado por psicópatas). A la identificación automática del violador como psicópata se opone el hecho de que la violación es, en muchas ocasiones, la única conducta socialmente desviada.

En definitiva, los trabajos existentes sobre el tema ratifican la conclusión de Master y Johson (1987) "los que perpetran el acto forman un grupo heterogéneo que desafía todo intento de clasificación esquemática y simple". Se encuentran, entre los violadores enfermos mentales, personalidades impulsivas y/o psicopáticas, alcohólicos y drogadictos, pero también personas aparentemente sanas y con buen ajuste social.

Motivaciones del Violador

Al considerar la conducta de violación más que un simple acceso carnal, y entender que subyace a ella una conducta más compleja como es la conducta de agresión, entonces podemos hablar de motivaciones que llevan al individuo a ejecutar dicha conducta de violación.

Scully y Marola (1985) cuestionan que los rasgos de personalidad, por sí solos, expliquen la violación; asumen, por el contrario que la cultura genera disposiciones conductuales (definidas paralelamente como desviadas) que facilitan el aprendizaje social de la violación, así como un acercamiento a la mujer en tanto objeto sexual agradable.

Por otro lado Burgess y Holmstrom (1977) distinguieron dos tipos de motivaciones, la violación por ejercicio de poder y la violación por expresión de rabia. En el primer caso, el violador obtiene supremacía y control sobre la víctima a través de la intimidación, valiéndose para ellos de armas, de la fuerza física o del daño corporal. El objetivo es la violación como evidencia de conquista y reasegura a través del uso de la fuerza la propia adecuación e identidad sexual.

En la violación por rabia, el violador expresa su odio pegando, violando y forzando a la víctima a realizar actos degradantes; la violación es sólo una parte del acto agresivo; el móvil de este tipo de violadores es descargar su rabia y vengarse de los rechazos experimentados o erróneamente percibidos en su relación con las mujeres.

Vivencias de la Víctima

Independientemente del motivo que tenga el violador, la víctima experimenta una serie sentimientos y sensaciones que van a cambiar su vida y su entorno.

La víctima se siente desamparada, impotente, al borde de la muerte. La naturaleza amenazante de la situación es altamente traumática, así como la sensación de pérdida de control que experimenta la persona sobre su vida y sus actos.

La violación mina la integridad de la mujer como persona y destruye temporalmente su sentido de autonomía. La mujer violada se siente, como lo dijo una víctima "viviendo su propia muerte", al mismo tiempo que vivencia ser el objeto sobre el cual el agresor descarga masivamente su ira.

En el momento de la violación, sostiene Campos (1993) se impone el miedo a la muerte, a la injusticia física y a perder partes del cuerpo. La vivencia psicológica consiste en experimentar como muerta partes de sí misma, sentir como irreparable el daño ocasionado y pensar que la vida nunca volverá a ser como antes. Al ocurrir la violación, el pánico impide a la víctima utilizar sus mecanismos habituales de interrelación con el mundo. Su autoestima se afecta notablemente y cambia la imagen de sí misma.

El violador irrespeta los límites corporales, ataca la autoestima y ataca la autonomía de la mujer, de allí que la mujer violada, sea cual fuere su modo de vida, cuestione su forma de vivir, las actividades que realiza, su manera de pensar.

Posterior a la violación, el sentimiento de culpa muchas veces desplaza al miedo y la víctima siente que seguramente existía una vía para evitar la violación. En este lugar tienden a aparecer los argumentos más irracionales: "Podría haberme enfrentado".... "Si hubiese corrido más fuerte"......

Entre los mitos que se tejen en relación a la violación, resalta el siguiente: "Nadie puede ser violado contra su voluntad". Campos (1993) sugiere que este prejuicio juega un papel importante en la génesis del sentimiento de culpa, por obviar un elemento grave: el miedo es el arma del violador, y la mujer es inmovilizada por el terror o coopera aterrada en el hecho.

Este elemento es frecuentemente desatendido y la mujer se plantea su responsabilidad en lo ocurrido. Ello se afianza, además en las características de nuestra sociedad, con sus normas discriminatorias en torno a la sexualidad de la mujer, las cuales ocasiona que un suceso tan denigrante sea muchas veces vivido por la misma víctima (y en ocasiones por sus familiares y personas cercanas) como una experiencia culposa donde ella, rebuscadamente, encuentra los indicios que la conducen a sentirse responsable del hecho, de una u otra forma.

El problema de la culpa en la mujer violada es tan fundamental que Schwendiger y Schwendiger (1980) reseñaron una serie de investigaciones según las cuales la culpa es una de las razones fundamentales por las cuales las mujeres no denuncian este delito. Las otras razones guardan relación con el trato social, policial y legal que se le otorgue a la víctima, en los cuales está presente, de manera abierta o disimulada, el cuestionamiento a la conducta de la mujer.

Punto de vista Psicosocial

En los puntos anteriores se han tocado someramente algunas de las características de la víctima de abuso sexual, en este caso la mujer víctima de violación, así como las "características individuales" del supuesto violador, pero esta exposición no estaría completa si dejamos de lado aquellos factores sociales o contextuales que matizan el acto de violación, para ello nos referimos específicamente al contexto latinoamericano y venezolano en particular. En líneas generales, estas variables enfatizan la perspectiva de que la violencia sexual es una expresión individual o colectiva de la violencia social, y sobretodo revelan el hecho de que no es posible comprenderla más allá de los estrechos límites de la conducta individual.

En este sentido Huggins (1993) considera que la violencia sexual sólo es realizable porque existe como conducta posible; nadie individualmente la crea en un momento determinado debido a las pasiones o a los impulsos incontrolables de su sexualidad; "hemos aprendido que el sexo puede ser utilizado para agredir a otros, y este aprendizaje se da en el mundo donde nos desenvolvemos. Y, es dentro de ese mundo, que algunos aprenden a usar esta forma de violencia, concreta y específicamente contra otro tipo determinado de personas" (pag. 34).

La violencia sexual entonces, no es solo el hecho de que un sujeto- generalmente del sexo masculino- agreda a otro- generalmente del sexo femenino-; para que esta violencia sea considerada como una forma de violencia sexual, la persona agredida tiene que serlo específicamente en ó por su identidad de género. Es decir, que cuando hablamos de violencia sexual es necesario comprender que nos referimos a aquella que s sufrida contra una persona o grupo, a partir de su condición de género. Esto implica discriminaciones sociales; actos de violencia psíquica y/o física ejercidos contra mujeres u hombres agrediéndolos en la identidad de género, básica para todos los seres humanos.

La violación es así, un ejemplo de violencia sexual, entendiendo por ésta, el hecho en el cual un hombre, en contra de la voluntad de una mujer, hace uso de su persona utilizando la violencia física, psíquica, verbal o solamente la amenaza.

Podemos entonces concluir diciendo que la violencia sexual o de género, es toda discriminación en base al sexo de la persona disminuida. También se concluye de los ejemplos anteriores que la violencia sexual no es necesariamente un hecho individual de violencia física / psíquica, como en el caso de la violación, sino que es también discriminación social.

De igual manera podemos concluir que los segundos, los actos de discriminación, como por ejemplo la violencia sexual en las leyes, sirven de contingente y legitiman a los primeros, porque ambos forman parte de la misma violencia estructural arraigada en la cultura y en la ideología dominante.

Ella y El

Los roles sociales implican las definiciones de lo que debe ser y hacer una persona que se encuentra en un lugar determinado de la estructura social, y por lo tanto, tiene determinado status. Estos implican además, los deberes y derechos que, de acuerdo a ese lugar o posición y sus respectivas valoraciones psicosociales, tendrán las personas que ocupan esos roles.

Los roles básicos por excelencia son los roles sexuales y su adquisición se logra a través del proceso de socialización. Es decir, a través de este proceso los seres humanos adquirimos nuestra identidad básica dentro del contexto social- mujer y hombre- con todas las prescripciones y prohibiciones que le corresponden a cada uno.

En Vezuela, la igualdad necesaria, incluyendo dentro de ellas las diferencias de cada sexo, no existe en los roles sexuales, y mucho menos en la forma como los aprendemos. Por esto, la discriminación está en todas las instancias ya que como sostiene Huggins (1993) la variable género atraviesa todo el espectro ideológico y económico de la sociedad.

Se hombre en nuestra sociedad, es ser el productor de los bienes materiales, el proveedor de la familia, quien se medirá por criterios de éxito laboral, educativo, económicos, es decir, el dueño del conocimiento, del poder. Él será el fuerte el agresivo, el que no llora, el valiente, el protector; es decir, viril, masculino, sexualmente activo, sinónimo de macho.

Ser mujer por el contrario es ser instinto materno ante todo, su definición básica se dará a partir de la maternidad. Ella será débil, sumisa, obediente, bella, cálida, tierna, cariñosa, dependiente, sexualmente pasiva.

En la interacción de estas dos definiciones está la pauta de la violencia sexual, señala Huggins (1993), la definición de hombre implica superior a, fuerte; la definición de mujer implica inferior a, débil. Esta relación de antagonismo, confrontación, es decir, de poder, entre los sexos, determina como una forma válida socialmente admitida, la violencia sexual. Donde hay uno fuerte y otro débil, no sólo hay "protección", sino discriminación, control y violencia.

La violencia también se aprende, y ésta ha sido considerada patrimonio masculino. Si esta violencia aprendida como forma de relacionarse la asociamos al antagonismo entre los sexos, podremos visualizar por qué el asumir conductas violentas sexuales o de género es tan fácil para el sector masculino.

Si bien no todos los hombres llegan a violar a una mujer, el alto índice de conductas sexualmente violentas se extienden en un continuo que va desde el piropo agresivo, la mano furtiva que sin autorización agarra un par de senos, el cobro de peaje sexual para obtener buenas calificaciones hasta la violación; todo ello nos confirma que el "derecho" a agredir o poseer a la mujer está, profundamente arraigado como válido, en el autoconcepto masculino.

Tomado de la web http://psicologiajuridica.org/psj78.html

Tú qué opinas, seguiré seguramente tocando este tema porque tenemos mucho de qué hablar.


2 comentarios:

Gary Rivera dijo...

mmm has tocado un tema muy polemico. Creo que la vida debe de preservarse a toda costa. Pero me asaltan las dudas cuando se trata de un ser que tendra una cuota de sufrimiento y dolor no solo para el y sus progenitores.
Yo atiendo pacientes mayores que tienen hijos con deficiencias congenitas y que a pesar de ser mayores de edad (los hijos) aun son recontra dependientes de los padres, no pueden valerse por si mismos.
Estos padres se ahogan en preocupacion al saber que el destino de sus hijos "especiales" sera incierto cuando ellos no esten.

Hay mucho pan por rebanar en este capitulo!!!
Te sigo!!! das pie para mas comentarios!!

Miyita dijo...

Exactamente Gary. Pensemos en la calidad de vida, en las vidas de los que deberán (nos guste o no el término) cargar con estas vidas, pero en el asunto discutido y recontra debatido (radio Capital ayer se pasó toda su programación con el tema) se habla de fetos inviables, que al nacer no vivirán o vivirán poco tiempo, o su calidad de vida será tal que no se si se le puede llamar vida a lo que tendrán, pensemos en niños anencefálicos, chicos sin cuerpo calloso,cardiopatías dilatadas, hemorragias ventriculares cerebrales o que se yo, ()no soy médico pero me gusta informarme). En esta entrada solo hablamos de violación, de su distingo con un acto sexual, de como no tiene nada que ver lo uno con lo otro y del daño permanente que hace a la victima. Un abrazo Gary.

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