jueves, 18 de noviembre de 2010

LA AVENTURA DEL VUELO Y LA LLEGADA A MADRID O PASAJEROS CON DESTINO A MADRID SÍRVANSE ABORDAR POR...



Aeropuerto Internacional Jorge Chavez.

"Pasajeros con destino a Madrid, sírvanse abordar por la..."

La voz por el altoparlante anuncia la partida de nuestro vuelo por Air Europa con destino a Madrid, con nuestras maletas en mano nos disponemos a subir al avión. Nos acompañaron mis suegros quienes se quedarán en casa para cuidar de Samuel, nuestro hijo se va a trabajar muy temprano así que no habrá nadie  hasta muy tarde por la noche, a Samuel, a mi hijo a mi y a mi marido nos daría el patatuz si él se queda solito en casa (Samuel por que odia estar solo en la casa, mi hijo porque odia dejar solo a Samuel en casa, yo porque odio dejar a Samuel solo y tener que limpiar los destrozos que hace del enojo, mi marido porque detesta verme limpiar tarde por la noche, pobrecitos mis suegros no saben la que les espera).

Me molesta el estómago, no es por el viaje, es el helado de fresa del 4D del aeropuerto que me empujé hace un momento y creo que no está muy bueno. Ya en el avión buscamos nuestros asientos, los 11 pasillo y ventana, mi marido a la ventana yo al pasillo. ¡Uy! tengo que ir al baño. Voy dos veces antes de despegar, ese helado estaba pésimo, felizmente ni bien ingiero algo malo lo elimino. Tengo náuseas, fuí al baño 6 veces, no hay ni pastillas para las náuseas, ni alcohol, ni modo, ya pasará, trato de controlar mi respiración que eso ayuda, y tranquilizar a mi marido que destesta despegues y aterrizajes. 

El avión se mueve como kombi ( dicese del modelo de Volskwagen que  servía para transporte interurbano, microbus chico) o de las Coster ( o custer) llamadas así por el modelo de la Toyota Coaster) pasando alguna pista de La Victoria (distrito popular de Lima) o sea, lleno de baches o huecos muchos de los cuales solo falta declararlos monumento nacional por la antiguedad que tienen, en fin que viajamos con turbulencia la mayor parte del tiempo (pero nunca comparada con la que hay cuando viajas a Chile desde Perú, esa es sacudida en forma, traqueteo del bueno, como para quitarte el hipo para toda tu vida).

Me sentía igualito que en una kombi, con las rodillas chocando con el asiento delantero (mi marido peor, porque es mas alto) sacudidas por los "baches" aereos, abrochando y desabrochando el cinturón de seguridad, aguantando la luz en la cara del "vecinito" que quiere leer algo. El vuelo directo Lima Madrid duró 11.30 horas, tuvimos retrazo de una hora para abordar. Una de las azafatas a la que anteriormente había pedido algo para el mareo me trajo manzanilla caliente un par de veces amablemente lamentando no poder darme otra cosa, le agradecí mucho el gesto porque me percaté que no dieron bebidas calientes a nadie más hasta casi faltando dos horas para aterrizar. Yo no quería comer nada, mi marido se comió todo lo mio. Por fin aterrizamos. 

¡No hay manga para desembarcar! y lo que es peor ¡hay muchas escaleras! pues nada Miyita a cargar tu equipaje se ha dicho, corremos escaleras abajo en el Aeropuerto de Barajas, todos los pasajeros parecemos ir en una carrera a ver quien llega más rápido, ¿A dónde?.

Ni un solo cartel, ni una sola persona, nada que nos indique donde están los formularios a llenar para migraciones, cuando llegamos allí nos indicaron que volvieramos detras del muro que allí hay todo. Nos miramos extrañados y regresamos por los formularios, corramos luego a otra ventanilla, hagamos la fila, a presentar los pasaportes, explicar el motivo de nuestro viaje,  y salir a toda carrera porque el taxi que nos trasladaría al hotel nos estaba esperando de seguro. 

Mirabamos en todas direcciones, nadie. Mientras llamaba a mi sobrina para decirle que habíamos llegado ya, que no se preocupara por el retraso, el del taxi no aparecía. Luego de diez largos minutos de preguntar a todo el mundo si estaban buscandonos mi marido por fin encontró al taxista que andaba más despistado que nosotros. Llegamos al hotel Velada, recibimos nuestras tarjetas y corrimos a la habitación para bañarnos.

Estabamos contentos de haber llegado a Madrid y dispuestos a caminar por sus calles cuando se desata una lluvia. En Lima no llueve, a lo más garua (es como si tuvieras un spray rociandote durante todos los días en invierno, y en verano llueven gotas grandes pero muy separadas entre si y por poco tiempo, es raro que termines mojado de pies a cabeza) no teníamos paraguas, ni chubasqueros, ni siquera sombreros. Nos acercamos al mostrador del recibidor del hotel pensando que podrían alquilarnos un paraguas, o vendernos uno, o a lo mejor chubasqueros, nos miraron como a bichos raros, ellos ni alquilan ni venden esas cosas. 

No creo que seamos los primeros y los únicos huéspedes extranjeros que pidieran paraguas o chubasqueros, ya no prestado, alquilado o en venta ¿no?, no es mala idea venderlos en los hoteles.

La lluvia continuaba fuerte y tupida y sin ganas de parar, al costado del hotel estaba un local de venta de comida rápida, mi marido tuvo que convencerme para cruzar en medio de la fuerte lluvia hasta el local, me alegré mucho luego porque allí mismo pudimos conseguir un paraguas bueno, tomar algo caliente (dos tazas de menta poleo), comer, comprar varias botellas de aquarius (a sugerencia de la camarera muy agradable con la que conversamos)

Ya en Lima nos habían decomisado los desodorantes y el acondicionador para el cabello, diz que disposiciones que no permiten llevar frascos de mas de 100ml en las maletas de cabina, ¡en fin! conseguimos desodorantes, algo es algo. 

Nos pusimos a caminar un poco por las calles mojadas, con nuestro paraguas que estabamos aprendiendo a usar y nuestras bolsas de compra, muy contentos. Pocos comercios abiertos, era de noche, un viento que parecía querernos elevar del suelo como a Mary Poppins y su paraguas, no nos importaba, habíamos llegado un día antes de empezar el tour que nos llevaría a conocer varias ciudades Europeas, estabamos ansiosos por disfrutar de todo, hasta del temporal con el que habíamos llegado. 

Las calles tapizadas de hojas, rafagas de viento que jugaban elevando las hojas haciendolas danzar en el aire, aromas diferentes, dimos una caminata y regresamos al hotel a descansar. Temprano por la mañana empezaríamos el tour de quince días que nos llevaría por Madrid, Toledo, Zaragoza, Barcelona, Niza, Monaco, Venecia, Florencia, Roma, Pisa, Torino, Milan, Ginebra, Paris, Versalles, Blois, Tours, Burdeos, San Sebastián y de regreso a Madrid.

Continuará...








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