domingo, 2 de noviembre de 2008

Ahora tengo unas repisas de portamaceta...

(Lúcumas, fruta de la cual hice jugo, deliciosas, crecen en Perú)


Hace mucho que no escribo en el blog y no por falta de ganas sino por falta de tiempo. Una familia de vacaciones es doble trabajo para la mamá de la casa (los hijos humanos y los hijos perrunos ensucian el doble, no se cual sea la razón pero por allí les da).

Revisando el blog encontré un post en el que hablo de mi chimenea portamacetas, pues bien, adiós a la chimenea portamacetas. Resulta que hace unos días estando por una de esas nuevas ferreterías donde encuentras desde un tornillo hasta una lavadora secadora gringa (pasando por cerámicos y porcelanatos) vi una especie de repisas de madera con soportes de metal y rieles para correrlas a diferentes alturas y me quede pensando si se podría poner en casa, al acercarme a uno de los dependientes me comentó que pueden resistir hasta 100 kilos el metro lineal y me dije que no solo mis macetas hasta yo misma podemos subirnos allí ¡si!. Manos a la obra y a diseñar. En casa todo fue medir, contar cuantas macetas hay, ver de comprar los platos para las macetas que no tenían (porque estaban colgadas en unos de metal en la pared), preguntar si había quedado pintura para la pared y pasta muro para resanar los agujeros de los clavitos que quedarían al retirar los portamacetas de metal. A los dos días regrese a la ferretería muy contenta, y al exponerle el proyecto al de diseño de la misma me dice: señora, pero nosotros vendemos estas planchas (y me señala unos pedazotes de madera inmensos de alto y de ancho).

Mi rostro cambió de una luminosa sonrisa a una carita de puchero a punto de soltar el ¡buahhh!, por lo que el dependiente rápidamente me dice: pero no se preocupe con una sola de estas planchas le sale su proyecto señora y mire hagamos una cosa, se lo dejaré todo señaladito para que usted coloque los tornillos.

Y bueno, además un mueblecito comprado me saldría más caro me dije.

Ya que tanto (dije) hágalo usted señor por favor eso sí que quede con buena terminación.

El diseñador ejecutor de proyectos se puso manos a la obra, mide que te mide, corta que te corta, pone los cantos a la madera para la terminación y para “que le dure mas señora, pero eso si, este de acá tiene otro precio no ve que es más grueso”.

Con mis maderas cortadas me dirigí al otro dependiente que me asesoraría en los demás materiales que tenía que comprar. Señora ¿qué cosas va a poner en su repisa? Me dice el nuevo dependiente, y le cuento que pondré al menos 16 macetas entre chicas y medianas, al tipo parece que le pareció mucha maceta porque me dijo de inmediato: ajá entonces señora en vez de estos soportes de acá vamos a usar los de acá, son un poquito mas caros pero son muy resistentes (mmm... ¿no era que resisten una yo y sus macetas todo junto?, haz caso Miyita que al fin y al cavo ellos son los que conocen del tema). Con mis maderas y sus soportes de metal en un carrito me llevó por una serie de estantes buscando los tornillos para el trabajo. Sacó unos tan chiquitos que me los quedé mirando, y le pregunto: Señor, ¿los tornillos empernan desde abajo no es así?, si señora, responde el tipo. Ajá, respondo yo, y dígame señor: atraviesan la madera y pasan por el agujerito del soporte ¿no es así? Respondí para ver si se daba cuenta de los tornillitos ridículos que me quería hacer llevar, entonces el dependiente me mira como si le hubiera preguntado por el origen del universo y su comprobación traducido al chino mandarin. Al ver a un dependiente que estaba parado en esa sección le pregunté que clase de tornillitos tendría que usar y le mostré los que me mostró el otro, sonriente el nuevo dependiente especialista en tuercas y tornillos me dijo: Señora déjeme mostrarle los que le hacen falta, con esos se le cae la repisa (burloncito el especialista en tornillito, la cara de vergüenza del dependiente que llevó allí era terrible hasta me dio pena, haciendo mutis se retiró). Con el especialista en tornillitos recorrimos los pasadizos hasta encontrar los benditos tornillos, las tuercas, las arandelas, los clavos para pared, sus tarugos para que no se caiga, y la broca para el taladro, porque a martillazos ni loca hago todo eso, son como veintipico tornillos y clavos. Luego de hacer una cola de más de diez minutos llevé como pude el carrito de la compra a la camioneta y de allí a la casa. Luego de subir al segundo piso y dejar todo en el suelo, corrí a buscar mi nivel, regla, taladro, lápiz, escaleras y perro para empezar a realizar la repisa. Todo iba saliendo bien ya tenía trazados los lugares donde irían los soportes cuando me dí cuenta que sola no podría presentar el trabajo, esto es, colocar los soportes y los tablones antes de clavar para ver si están derechos y no me quede una repisa tipo resbaladero de macetas, ¿y ahora? ¡Quién podrá defenderme! ¡Él! Mi hijo claro está, pero está ocupado con el trabajo y los exámenes. Mi perro me mira girando la cabeza hacia la derecha e izquierda como diciendo: Mamita ¿quieres que te de una patita?, vuelta a empezar la cara de puchero cuando se me prende el foco, y si llamo al servicial de mi suegro, excelente la idea. Al rato llego en actitud de “síganme los buenos”, acompañado de su mujer y su caja de herramientas, el papá de mi hijo, dos de los chicos de seguridad, para ayudarme con las repisas.

Mientras todos jalaban los tablones, acomodaban la escalera, colocaban, taladraban y demás, yo preparaba un jugo de mango y lúcumas, delicioso y el recipiente del alpiste porque mis hijitos pajaritos estaban buscando su comida desde hace un buen rato volando alrededor de los laboriosos ayudantes piando y metiéndose a mí cocina a piar desaforados.

La chimenea portamacetas se fue a alegrar la casa de uno de los chicos de seguridad que ni bien la vio llamó a los otros muchachos para buscar movilidad y llevársela. Compré barniz al agua brillante para proteger la madera del agua, un día de estos la barnizo.

También compré tres comederos para pajarito cosa que no me desparramen el alpiste a los cuales ya se acostumbraron.

Hoy mientras comía mi helado sentada en la escalera que da al tercer piso del edificio miraba comer a los salta palito, seguidos de los botón de oro, y por último llegaron los cucaracheros. Saltan entre las macetas, cantan sobre ellas, se pelean, buscan bichitos, ahora tengo unas repisas porta maceta.

1 comentario:

el güilo dijo...

nunca tantos hicieron tanto por unas macetas.. ufff.. saludos

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