jueves, 27 de agosto de 2009

El duelo







La muerte debería ser aceptada como un hecho natural, desde que nacemos estamos predestinados a ella, aunque suene extraño en nuestra cultura occidental la muerte es el final, el lugar común al que todos estamos destinados.

No es “natural” aceptar la muerte cercana de alguien querido, y los seres humanos tenemos que hacer todo un gran esfuerzo, un tremendo trabajo personal interior para aceptar este hecho.

Durante la vida tendremos que aprender a desprendernos, aprender a perder no es sencillo. No solo cuando se trata con la muerte de alguien sino también cuando confrontamos una separación, una pérdida de trabajo, una grave enfermedad, tenemos que aprender a vivir perdiendo de alguna manera, esto nos brindará una estabilidad interna.

La negación. Lo primero que nos pasa es negar la realidad, nuestro ser se defiende de esta realidad dura y cruel negándola, nos cerramos ante lo inevitable porque esta realidad nos duele profundamente y en un primer momento es normal que esto ocurra, no queremos aceptar lo evidente, luego de un tiempo la realidad se impone y tenemos que aceptarla. No hacerlo puede convertirse en algo realmente grave. Este paso es muy difícil cuando la pérdida es inesperada o violenta

La rebelión, la ira, la cólera. Y es que la sensación de injusticia nos atrapa. ¿Por qué a mí? , ¿Acaso lo merece?, “no es justo”. Tendemos a buscar un culpable, y enfilamos contra él, estamos expresando la carga emocional tan fuerte que nos invade y tenemos que dejarla salir de alguna manera. La injusticia de la situación nos hace tratar de buscar un culpable como si con ello solucionáramos el problema, pero esto no soluciona nada, la forma en que la persona sea confortada, contenida por los demás, escuchada, es sumamente importante. Es importante expresar tus sentimientos, no necesariamente en público, puedes vivir tus sentimientos en privado pero no dejes de hacerlo porque tienes que sacar todas esas emociones fuera para luego recomponerte.

Los condicionales. Si hubiera hecho esto y no lo otro, si volviera a vivir haría tal o cual, las cosas no serían de esta manera sino totalmente diferentes. Tratamos de negar la realidad nuevamente, pero buscando en la imaginación, en lo irreal, imaginamos otros hechos y otro escenario, tratamos de arreglar la situación de algún modo, todo esto para sentirnos menos culpables.

La depresión. El dolor, replegarnos sobre nosotros mismos, esa sensación de desanimo, el aplastamiento. Las consecuencias de nuestra pérdida suelen ser la soledad, las posibles dificultades económicas que sobrevendrán, todo el trámite administrativo, preocupaciones diversas. Todas las consecuencias de la realidad de la pérdida se hacen evidentes, y nos caen encima. Este es un momento en el que también se necesita el apoyo de del entorno para superarlo.

La aceptación de la pérdida. Es la última fase del duelo. Ya no confrontamos, ya no peleamos, ya no combatimos, estamos aprendiendo a vivir sin lo que perdimos, una persona, un trabajo, la salud, etc. No está más, realmente sentimos su ausencia, su falta, pero no es una ausencia total. Tornamos una relación con el difunto de otra manera, ya los recuerdos no nos arrastran como un huracán emocional. Estamos terminando de recomponernos internamente.

Todo este proceso toma tiempo, no podemos saltar las fases deseando que pasen pronto para librarnos de esto rápidamente, tenemos que experimentar todo el proceso completo para sanarnos.

Las frases como: Pasó a mejor vida, desde allí va a velar por nosotros, etc. Realmente lo que hacen es no permitir al tiempo que haga su trabajo. Restituir el equilibrio en nuestras vidas tomará tiempo, la vida vuelve a tomar su rumbo y su cauce. Vivir nuevamente no es traicionar al que partió, amar de nuevo no es manchar su memoria, nosotros hemos quedado aquí y debemos continuar. Dentro de nosotros están los recuerdos, momentos vividos, alegrías y tristezas, parte de nuestra vida que no va a irse y que podemos tomar en cualquier momento.

Terminar el duelo no significa olvidar, puede significar perdonarlo y perdonarte por lo que no fue la relación con esa persona, recordar sin sentir ese aguijón punzante de dolor sino más bien con ternura y agradecimiento, dar un sentido a lo que se vivió en esos meses o años que duró el duelo.

También hay una gran diferencia entre hacer el duelo y estar en duelo. Estar en duelo es un estado de dolor pasivo, somos víctimas del dolor. Hacer el duelo es pasar por un proceso activo de recuperación poniendo mucha voluntad en ello. Para esto tenemos que comunicar el sentimiento de dolor, desahogando la pena, aclarando conceptos falsos, conceptos e ideas insanas, volviendo a vivir nuestra vida con otro concepto.

Quiero trascribirte acá lo que encontré en teenshealth from nemours, la sección “for teens” titulada la muerte y el duelo:

Qué esperar

Puede parecer imposible recuperarse después de perder a un ser querido. Pero la aflicción mejora gradualmente y se vuelve menos intensa con el tiempo. Tal vez, saber algunas de las cosas que puedes esperar durante el proceso de duelo pueda ayudarte a superar el dolor.

Los primeros días después de la muerte de una persona pueden ser intensos, la gente puede expresar emociones fuertes, tal vez llorar o consolarse mutuamente y reunirse para expresar su apoyo y sus condolencias a quienes se ven más afectados por la pérdida. Es normal que sientas que “te estás volviendo loco” y que sientas mucha ansiedad, pánico, tristeza e impotencia. Algunas personas dicen tener una sensación de “irrealidad”, como si estuviesen mirando el mundo desde un lugar lejano. Otras se sienten malhumoradas, irritables y con resentimiento.

La familia y los amigos suelen participar en rituales que pueden ser parte de su religión, su cultura, su comunidad o de sus tradiciones familiares (como servicios religiosos, velorios o funerales). Estas actividades pueden ayudar a la gente a superar los primeros días posteriores a la muerte y a honrar a la persona que murió. La gente puede pasar algún tiempo reunida conversando y compartiendo recuerdos de la persona que falleció. Esto puede extenderse por días o semanas después de la pérdida y los amigos y la familia traen alimentos, envían tarjetas o pasan a visitarte.

Muchas veces, la gente muestra sus emociones en este período. Pero, en ocasiones, una persona puede estar tan sorprendida o superada por la muerte que no demuestra las emociones en forma inmediata, aun cuando la pérdida sea muy terrible. No es nada raro ver a las personas sonriendo y hablando con otras en un funeral, como si nada triste hubiese ocurrido. Pero estar junto a otras personas que atraviesan el duelo puede brindar cierto alivio y recordarnos que algunas cosas continuarán igual que antes.

En algunos casos, cuando terminan los rituales asociados con el duelo, la gente puede sentir que deberían haber "superado" la pérdida porque todo parece haber vuelto a la normalidad. Cuando la gente que está de duelo regresa a sus actividades normales, puede resultarle difícil entregarse de lleno a las tareas de todos los días. Muchas personas vuelven a realizar sus tareas normales después de unos pocos días o de una semana. Pero si bien es posible que no hablen tanto de su pérdida, el proceso de duelo continúa.

Es natural continuar teniendo sentimientos y preguntas durante un tiempo después de la muerte de una persona. También es natural comenzar a sentirse un poco mejor. Depende mucho de la manera en que la pérdida afecte tu vida. Está bien estar afligido durante días, semanas, o incluso más tiempo, según cuán cercana era la persona fallecida.

No importa cómo elijas pasar tu duelo, no existe una manera correcta de hacerlo. El proceso de duelo es gradual y dura más en algunas personas que en otras. Puede haber momentos en los que pienses que nunca disfrutarás de la vida de la misma manera, pero ésta es una reacción natural después de una pérdida.

Luego te da pautas prácticas de acciones que puedes ejecutar, te recuerda que la aflicción es una emoción normal, sugiere participar en los rituales, reunirte con otros, hablar de ello cuando puedas, expresarte (hablando, escribiendo), haz ejercicio, aliméntate bien, únete a un grupo de apoyo, libera tus emociones (si necesitas llorar hazlo), crea un tributo (planta un árbol, una planta, participa en una actividad como una caminata en nombre de la persona que perdiste).

Si tu dolor no disminuye luego de un tiempo a lo mejor necesites ayuda, si durante cuatro meses o más no te sientes mejor, si te sientes deprimido, si tu dolor es tan intenso que sientes que no puedes continuar con tus actividades habituales, si no puedes concentrarte, dormir, socializar normalmente, si sientes que no puedes continuar viviendo después de la pérdida.

La ayuda terapéutica es lo adecuado.

Por último seguir adelante con tu vida no es olvidar lo que perdiste, no continuar sintiendo el fuerte dolor del inicio no significa que no amaste o lo que perdiste no te importa, volver a disfrutar la vida no significa que lo que perdiste te importaba poco. Vive.


2 comentarios:

Gary Rivera dijo...

si, la muerte de un ser querido es siempre muy dificil , con respecto a la muerte de uno mismo , siempre se desea algo indoloro y rapido, es muy dificil aceptar este tipo de perdidas.

Miyita dijo...

Si que lo es Gary, oye pienso igual que tu con respecto a la propia muerte, creo que todos pensamos igual, un abrazo.

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