martes, 10 de abril de 2007

Yo decreto...


El perro y yo salimos a caminar. Los días son tibios aún y da un gustito particular salir sintiendo el sol calentándonos la piel y si miramos el cielo lo vemos azul celeste con alguna que otra nube como algodón estirado a mas no poder tan translúcido que deja perfectamente ver el cielo, no como en otros otoños grises limeños. A jalones me lleva por donde él quiere. Oletea el árbol de la esquina, un sauce llorón que tiene años allí, revoloteado por muchas golondrinas que pían al pasar rozando por tu cabeza. Ahora tenemos que ir por los arbustos de florecitas amarillas parecidas a las campanillas, no tengo la menor idea como se llama ya preguntaré; sobrepara, tiene que oler pegada la nariz al césped, desesperadamente inspira y exhala el olor pero su curiosidad no se sacia. Tengo que sacarlo de allí, no sea que se llene de parásitos por oler lo que no debe. Esta zona del parquecito nos gusta mucho a ambos. De pronto lo veo, bastante mas grande de lo normal, volando como suspendido en el aire con sus alitas que parece que se van a salir de lo veloz que aletea. Es impresionante la velocidad del colibrí, pero aún mas impresiona la capacidad de mantenerse en el aire, se supone que eso no es posible en teoría jajajajaja, vaya con los humanos que teorizamos a la naturaleza para que ella nos contradiga como le da la gana ¿no?, de tonos tornasolados verde azul, es lo mas común, vi colibríes anaranjados, rojos, amarillos, azules, todos combinados con verde, pero siempre son fascinantes (sino que lo diga la uruguacha). Seguimos avanzando (o mas bien soy siendo arrastrada) y para mi sorpresa un petirrojo, precioso, pequeño de tonos rojos en cabeza y pecho, marrón oscurísimo en alas y el resto; esto si es raro porque de esos no se suele ver en mi ciudad así nomás, son huidizos, muy cautos. Mas adelante encontramos a las cuculies y las tortolitas enfrascadas en sus peleas por las hembras, generalmente yo pensaba que estas aves eran un poco mas inteligentes pero que va créanme, son bastante torpes las pobres, he visto alguna que se choca con el árbol, otra que lo hace contra una camioneta, otra que se cae por posarse mal de la rama, no sé como sobreviven a los gatos. Allí van esos pájaros mas o menos del tamaño de las tortolitas, tan negros que ya son azules, con sus hembras mas bien pardas para poderse camuflar, ellos nos visitan en verano, señal que el clima aún no va a cambiar a mas frió. En esta zona el perro me tira de la correa porque detesta el cemento,- “perro inteligente”- pienso y tiene razón, el césped es mucho más suave para pisarlo. Un graznido extraño… no es extraño no, más bien es desacostumbrado, miro en dirección a los árboles del centro y veo un ave perseguida por otra. El chillido del bicho fue de susto y no es para menos, está siendo perseguido por un bólido pardo, mas pequeño que una paloma, mucho mas delgado, veloz, de garras poderosas y pico curvado, no puedo quitarles la mirada. Suben y bajan de los árboles, pasan rozando el tronco para arriba o para abajo, giran a gran velocidad. Me siento rara, soy la única humana observándolos, no hay mucha gente a esta hora de la tarde y los que pasan lo hacen por el lado extremo izquierdo mucho mas concurrido del parquecito, acá cerca de mí no hay nadie más para verlos. De pronto la paloma se acerca hacia donde yo estoy, y el ave parda se aleja rápidamente, la pobre paloma está oculta en el follaje del árbol que tengo delante mió. No es la primera vez que observo a estos predadores alados pero siempre siento la misma sensación de hipnosis, la plasticidad de sus movimientos, los giros controlados, la falta total de ruido al volar, son espectaculares. La tarde sigue su curso y mi perro tironea como loco para seguir con su rutina de oleteadas y marcadas de terreno. Levanto los ojos y veo la luna, está tan diáfano que se la puede ver con claridad. Aprendí a gozar de lo que tengo a mi alrededor, trato en lo posible de disfrutar de las pequeñas maravillas que me rodean, no perdí la capacidad de asombro frente a lo cotidiano, me sigo sintiendo como cuando niña al redescubrir las cosas. A pesar de todo, y con todo lo que me ha traído la vida de duro, las circunstancias adversas, todo lo que no puedo corregir porque no está en mis manos hacerlo y que podría abrumarme como lo hizo alguna vez en un inicio cuando aún no sabia manejar mis circunstancias, a pesar de la fragilidad de mi propia vida, a pesar de todo y de todos…gozo de estar viva y voy a sacarle el máximo provecho a cualquier situación que tenga que vivir, yo decreto.

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